A lo largo de este artículo, queremos continuar ahondando en el fenómenos del chemsex y realizar algunas aportaciones que quizá puedan brindar herramientas para la detección precoz de este fenómeno social.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
El uso de estas sustancias en nuestras relaciones sexuales no tiene por qué presentar consecuencias negativas en nuestro día a día. No obstante, es importante recordar los diferentes efectos que pueden generar en nuestro organismo, así como el carácter adictivo que tienen muchas de ellas, lo cual, puede originar, en un determinado momento, un consumo problemático.
Señales de alarma
De esta forma, el empleo de cualquier sustancia en las relaciones sexuales es una cuestión que se realiza con bastante frecuencia por parte de algunos grupos sociales; sin embargo, en el caso del chemsex, nos encontramos con ciertas señales de alarmas que nos pueden orientar sobre la necesidad de acudir con un profesional:
- Interferencia en diferentes ámbitos de tu vida: salud (pérdida de peso, alteración del sueño), económica (empleo demasiado dinero), social (pérdida del trabajo, el hogar) y sexual (sólo poder tener sexo bajo el consumo de drogas).
- Deterioro de la red de apoyo (familia, pareja, amigues)
- Episodios de pérdida de control, tanto en la cantidad empleada, como en el tiempo de consumo.
- Alteraciones físicas y psíquicas.
Posibles consecuencias del chemsex
Entre repercusiones que nos podemos encontrar en el chemsex, podemos destacar los siguientes:
- Adicciones.
- Dificultades a nivel de salud mental (ansiedad, paranoia, depresión…), física (heridas, abscesos, Infecciones de Transmisión Sexual…) y sexual (disfunción eréctil, priapismo).
- Interacciones con tratamientos farmacológicos, como la PrEP.
- Vida sexual condicionada al uso de sustancias.
- Abusos sexuales.
- Problemas económicos, laborales o académicos.
- Sobredosis (con parada cardiorrespiratoria).