Con motivo del Día de la Hepatitis C, desde la entidad se ha querido poner el foco en un aspecto fundamental para el cuidado de la salud sexual: la relación entre la hepatitis C y el chemsex.
El cuidado de la salud sexual implica tomar medidas y decisiones conscientes para mantener un estado de bienestar físico, emocional y social en relación con la sexualidad, que abarca diversos aspectos de la vida sexual de una persona y busca promover una sexualidad positiva y satisfactoria. En este sentido, la hepatitis C y el chemsex son dos realidades de salud pública que han adquirido gran relevancia en los últimos años, en relación con la salud sexual, ya que se tratan de dos aspectos que requieren de una atención integral para la prevención e intervención de dichas realidades.
I. HEPATITIS C: UNA ENFERMEDAD VIRAL CON UN IMPACTO SIGNIFICATIVO EN NUESTRA
SALUD
La hepatitis C es una infección viral que afecta al hígado y se transmite principalmente a través del contacto directo con sangre contaminada. Las vías de transmisión más comunes son el uso compartido de agujas entre personas que se inyectan drogas y, en menor medida, las prácticas sexuales sin métodos de barrera. Es una enfermedad silenciosa en sus etapas iniciales, lo que puede dificultar el diagnóstico temprano y el acceso oportuno a la atención médica. Si no se trata adecuadamente, la hepatitis C puede llevar a cirrosis hepática, cáncer de hígado, entre otras afecciones.
II. CHEMSEX: UN FENÓMENO DE RIESGO PARA LA SALUD SEXUAL
Consiste en el consumo intencional de drogas (sustancias) para tener sexo durante un largo periodo de tiempo (desde varias horas, hasta varios días) entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Algunos términos que se utilizan coloquialmente son: sesión, chill, morbo, vicio o guarreo. Esta combinación de drogas con la actividad sexual puede llevar a deteriorar la salud sexual, ya que pueden aumentar las prácticas eróticas sin métodos de barrera, el uso compartido de juguetes sexuales o agujas (slam), principal vía de transmisión de la Hepatitis C.
III. LA RELACIÓN ENTRE LA HEPATITIS C Y EL CHEMSEX
La interrelación entre la hepatitis C y el chemsex se basa en la estrecha similitud en sus vías de transmisión, principalmente a través del contacto con sangre contaminada. El chemsex, al involucrar prácticas sexuales, donde puede existir consumo de drogas por vía intravenosa (slam) puede facilitar la transmisión del virus de la hepatitis C entre las personas que participan en estas prácticas. En el contexto del chemsex, donde el consumo de drogas y el comportamiento sexual puede cambiar, existe una mayor posibilidad de que se produzcan lesiones en la piel y mucosas, lo que facilita la entrada del virus en el torrente sanguíneo durante la actividad sexual.
Durante las sesiones de chemsex, pueden también producirse el intercambio de las jeringuillas entre diferentes personas, lo cual, también supone un aspecto a tener en cuenta de cara a la transmisión de la hepatitis C. Además, las drogas utilizadas en el contexto del chemsex pueden disminuir las inhibiciones y afectar la toma de decisiones, lo que podría conducir a prácticas eróticas en la que no se esté de acuerdo (consentimiento sexual).
IV. REDUCCIÓN DE DAÑOS EN EL CHEMSEX
La reducción de riesgos implica proporcionar información objetiva y práctica, desde un enfoque respetuoso y sin adoptar posturas paternalistas ni censuradoras hacia los usuarios. Es un enfoque diferente a la prevención, que se basa en programas y medidas destinadas a evitar el consumo de drogas. La prevención puede abordarse en tres niveles: universal (dirigida a la población en general), selectiva (enfocada en grupos vulnerables) e indicada (centrada en individuos específicos en situación de vulnerabilidad).
La aproximación prohibicionista, que busca el “todo o nada”, se ha demostrado ineficaz en temas relacionados con el chemsex. Promover únicamente la abstinencia provoca que el discurso aleje a los consumidores de las políticas públicas diseñadas para abordar estos asuntos. Optar por la reducción de riesgos implica incluir a un sector de la población que seguirá consumiendo, al menos a corto plazo.
La gestión de placeres y riesgos es un aspecto importante a tener en cuenta. Las personas consumen drogas porque perciben aspectos positivos en ellas. De manera similar, el chemsex tiene aspectos positivos y negativos, al igual que muchas otras actividades que realizan las personas. Las drogas pueden provocar efectos de desinhibición (facilitando prácticas sexuales que no se realizarían en estado sobrio), de prolongación (disminuyendo la fatiga y retrasando la eyaculación), y efectos analgésicos (facilitando la penetración y alterando la percepción al dilatar los vasos sanguíneos).
En base a esto, se hacen algunas recomendaciones:
· Tener claros los límites en cuanto al consumo de drogas y practicar el chemsex, para evitar situaciones que deterioren la salud sexual y mental.
· Conocer nuestro cuerpo y entender sus límites para mantener un equilibrio entre el placer y la seguridad durante las prácticas.
· Moderar el consumo de drogas y evitar excesos que puedan poner en riesgo la salud y el bienestar general.
· Reflexionar sobre las motivaciones y expectativas personales al practicar el chemsex, es decir, qué se busca y cómo afecta a la vida en general.
· Conocer cuál es el mejor momento y las condiciones adecuadas para llevar a cabo estas prácticas, para priorizar la seguridad y el bienestar de los involucrados.
En resumen, el objetivo es proteger la salud sexual y mental de las personas involucradas, al tiempo que se promueve una aproximación realista y consciente a estas actividades. La reducción de riesgos en el contexto del chemsex busca proporcionar información y enfoques prácticos, respetuosos y no prohibitivos para abordar las problemáticas asociadas con el consumo de drogas y las prácticas sexuales de riesgo.