1. Crecimiento e invisibilidad
- No hay suficientes datos: La mayoría de las estadísticas sobre violencia de pareja están centradas en relaciones heterosexuales, lo que deja fuera muchas experiencias de personas LGBTIQA*.
- Normalización: Muchas personas jóvenes no reconocen ciertos comportamientos como violencia (celos excesivos, control, manipulación emocional, chantajes con la salida del armario, etc.).
- Ocultamiento por miedo al estigma: Salir del armario, hablar de relaciones del mismo sexo, o denunciar una agresión en una relación LGBTIQA* puede ser difícil en contextos conservadores o familiares hostiles.
2. Formas comunes de violencia intragénero
- Violencia psicológica: Celos, aislamiento, amenazas de revelar la orientación/identidad de género (“outing”), chantaje emocional.
- Violencia física: Golpes, empujones, destrucción de objetos, etc.
- Violencia sexual: Presión para tener relaciones sexuales, uso del cuerpo como forma de control.
- Violencia digital: Control de redes sociales, acoso, difusión no consensuada de contenido íntimo.
- Violencia económica: Control del dinero o los recursos en relaciones de convivencia.
3. Factores de riesgo particulares en jóvenes LGBTIQA*
- Falta de referentes positivos: La escasez de modelos saludables de relaciones LGBTIQA* hace que los patrones tóxicos se normalicen.
- Internalización del estigma: Sentimientos de culpa o baja autoestima pueden llevar a aceptar situaciones de maltrato.
- Dependencia emocional: En contextos donde se vive discriminación, la pareja puede convertirse en el único espacio de validación emocional.
¿Cómo abordar la violencia intragénero en jóvenes?
1. Educación afectiva y sexual inclusiva
- Incluir la diversidad de orientaciones e identidades en los programas escolares de prevención de violencia.
- Enseñar qué es una relación sana, con consentimiento, autonomía y respeto mutuo, sin importar la identidad de género o sexualidad.
2. Espacios seguros y de escucha
- Crear redes de apoyo para jóvenes LGBTIQA*, tanto institucionales (centros educativos, centros de salud) como comunitarias.
- Capacitar a docentes, psicólogos, trabajadores sociales y familias para que reconozcan y aborden estas violencias.
3. Atención y acompañamiento especializado
- Servicios de atención psicológica y legal que comprendan la realidad de las juventudes LGBTIQA*
- Protocolos de intervención en casos de violencia que no reproduzcan discriminación o culpabilización.
4. Visibilizar la problemática
- Campañas específicas sobre violencia intragénero, con lenguaje juvenil y representaciones reales.
- Fomentar espacios de diálogo donde las, los y les jóvenes puedan compartir experiencias sin miedo al juicio.
En resumen:
La violencia intragénero en personas jóvenes existe, pero muchas veces se esconde detrás del silencio, la desinformación y el estigma. Abordarla implica reconocerla, educar con enfoque de diversidad, y ofrecer recursos accesibles y comprensivos.
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