¿Qué hacer?
1. Tomar en serio cualquier manifestación, amenaza o sospecha de conducta suicida, dejar que la persona hable y se desahogue.
2. Hablar directa y claramente con la persona; para valorar el riesgo de la situación es importante preguntar:
– Cómo se siente
– Qué ideas suicidas tiene y si lo ha planeado de alguna manera (cómo, cuándo, dónde), si lo ha intentado y qué cree que se lo impide. Toda esta información es MUY RELEVANTE, para valorar la gravedad del riesgo suicida. Cuantas más respuestas sobre cómo, dónde y cuándo, y más letales sean las condiciones del plan, más riesgo suicida (sobre todo si lo ha intentado previamente).
3. Conservar la calma, mostrar empatía, preocupación y comprensión ante la situación.
4. Mostrar esperanza y posibilidad de superación, e intentar encontrar soluciones prácticas, aunque sean temporales.
5. Ganar todo el tiempo posible, intentar aplazarlo para otro momento, evidenciando lo definitivo de la solución para un conflicto situacional.
6. Retirar todo lo que pueda servir para la autolesión, y controlar el acceso a la medicación, así como el consumo (por exceso o defecto) de la pauta.
7. Buscar ayuda profesional: Emergencias, centros de atención primaria o salud mental, atención psicológica, teléfono de la esperanza, teléfono contra el suicidio (024).
¿Qué hacer?
1. No juzgar, ni echar sermones; no despreciar, banalizar ni desoír las amenazas.
2. No desafiar, ni retar a la persona.
3. No mostrar nerviosismo, no sobrerreaccionar, ni gritar.
4. No prometer secreto o inactividad respecto a la situación.
5. No repetir tópicos como “con todo lo que tú tienes…”, “con lo bonita que es la vida”, “pero si lo tienes todo, ¿qué es lo que te falta?”.
6. Si el riesgo es muy alto, no dejar a la persona sola NUNCA.
7. No asumir la responsabilidad individualmente, compartir la situación y buscar ayuda con otras personas cercanas.


