Mitos sobre la salud mental y el suicidio en las personas LGBTIQA*

Mito: Ser LGBTIQA* es una fase y los problemas de salud mental se resolverán cuando “maduren”.

– Realidad: La identidad y orientación de una persona LGTBIQA* NO es una fase. Muchos de los problemas de salud mental que acompañan a estas personas aparecen por la falta de aceptación, comprensión y apoyo, tanto de su entorno más próximo como de la sociedad.


– Mito: Las personas LGTBIQA* se quejan de cualquier cosa, tienen la piel de cebolla.

– Realidad: Las personas LGBTIQA* enfrentan tasas más altas de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas debido a la discriminación, el rechazo y la falta de apoyo social. Sus problemas de salud mental son reales y deben ser tomados en serio.


– Mito: Las personas LGBTIQA* que consideran el suicidio lo hacen solo para llamar la atención.

Realidad: Los pensamientos autolíticos son una señal de profundo sufrimiento emocional. 8 de cada 10 personas que se han suicidado lo habían manifestado de alguna manera. No existen las llamadas de atención. Incluso cuando alguien lo dice sin intención real de morir es una petición de ayuda y son factores de riesgo para el suicidio. Cualquier aviso o amenaza supone un riesgo y debe ser tomada en serio. Nunca deben ser desestimados como una mera búsqueda de atención. Es vital escuchar, validar y proporcionar el apoyo necesario.


– Mito: La comunidad LGBTIQA* tiene suficientes recursos y apoyo, por lo que no deberían tener problemas de salud mental.

– Realidad: Aunque existen recursos, son escasos, no todas las personas tienen acceso a ellos, y la mayoría no están especializados en las diversas realidades LGTBIQA*. La falta de acceso a servicios de salud mental gratuitos competentes sigue siendo un problema al que no se le ha encontrado solución aún.


– Mito: Hablar sobre el suicidio puede incitar a las personas a tener pensamientos o intentos autolíticos.

– Realidad: Hablar abierta y honestamente sobre el suicidio es un factor de protección y prevención de primer orden porque alivia reducir el riesgo; que la persona lo pueda hablar sin que se le enjuicie rebaja considerablemente la intensidad de su dolor y puede motivarle a buscar ayuda, abordando el tema siempre con sensibilidad y respeto.


– Mito: Las personas LGBTIQA* tienen el mismo riesgo de suicidio que la población general.

– Realidad: Las personas LGBTIQA* tienen un riesgo significativamente mayor, comparado con la población general, reportan más del doble de intentos o ideaciones de suicidio (32,1% vs. 14,5%), así como de autolesiones (19,5% vs. 9%), debido a factores de riesgo como la discriminación, el acoso y la falta de aceptación social y familiar, y en muchos casos, pocos factores de protección. Es crucial reconocer y abordar estos factores específicos.


– Mito: Los problemas de salud mental en la comunidad LGBTIQA* se deben únicamente a su orientación sexual o identidad de género.

– Realidad: Si bien la orientación sexual y la identidad de género pueden influir, los problemas de salud mental a menudo se derivan de la discriminación, el rechazo y la violencia que enfrentan las personas LGBTIQA*.


– Mito: No hay nada que podamos hacer para ayudar a alguien LGBTIQA* que esté considerando el suicidio.

– Realidad: Los planes de prevención del suicidio demuestran que cuando se detecta e interviene los suicidios disminuyen. Hay muchas maneras de ayudar, como ofrecer un entorno de apoyo, escuchar sin juzgar, educarse sobre los problemas específicos que enfrenta la comunidad LGBTIQA* y conectar a las personas con recursos y profesionales de salud mental puede marcar una gran diferencia.

Desmentir estos mitos es esencial para proporcionar un apoyo adecuado y efectivo a las personas LGBTIQA* que luchan con problemas de salud mental y para la reducción de los factores de riesgo.

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