El término transfobia alude a todo tipo de rechazo, prejuicio o estigmatización social que enfrentan las personas trans por el mero acto de serlo. Esta situación está estrechamente vinculada al hecho de que las personas trans suponen, a través de su propia existencia, una crítica directa a la naturalización del binomio de género que históricamente ha estructurado a nuestras sociedades, de ahí que los círculos ideológicos más conservadores supongan el principal agente de producción de discursos contra el colectivo. La disidencia del sistema sexo-género que representan las personas trans es vista entonces como una amenaza hacia aquello que es considerado “la normalidad”, lo que en última instancia conduce a despertar todo tipo de actitudes negativas y creencias infundadas en su contra, siendo algunas de éstas más explícitas y otras más sutiles.
En la última década, España ha experimentado una significativa transformación en términos de derechos y reconocimiento de la diversidad de género. Uno de los aspectos más destacados de esta transformación ha sido el avance en la visibilidad y aceptación de las personas transgénero en la sociedad. Aunque persisten desafíos, la llamada “transfobia” en España ha sido objeto de atención y se han implementado medidas importantes para garantizar la igualdad y el respeto hacia esta comunidad.
Entre las múltiples formas que adquiere la transfobia podríamos destacar:
- Violencia explícita: Como las agresiones físicas y/o verbales (las cuáles han aumentado un 38% desde el 2022), amenazas, marginación social y familiar, desprecio y caricaturizaciones en redes sociales.
- Violencia “sutil”: Escasa inserción laboral (la tasa de desempleo de personas trans alcanza el 80% a fecha de 2023),
- Desconocimiento generalizado en torno a realidades trans en ámbitos institucionales como la educación o la sanidad, poca visibilidad en los medios de comunicación, condescendencia, ausencia de reconocimiento legal, tal es el caso de las personas no-binarias, aún no reconocidas como tal en la vigente ley trans; e incluso rechazo en algunos círculos minoritarios dentro del propio colectivo LGBTI+.
De aquí que la lucha contra la transfobia sea uno de los principales objetivos que habremos de enfrentar conjuntamente si aspiramos a generar un avance social que, lejos de verse opacado por el auge de nuevos discursos de odio, sea capaz de erguirse frente a ellos con la entereza y dedicación de aquelles que poco tienen que perder y todo tienen por ganar.
La lucha contra la transfobia en España ha experimentado avances significativos en los últimos años. La legislación progresista y las políticas de inclusión han contribuido a garantizar derechos y reconocimiento a las personas transgénero. Sin embargo, persisten desafíos que deben abordarse, como la estigmatización, la discriminación y las barreras en el acceso a la atención médica. La educación y la sensibilización juegan un papel crucial en el cambio de actitudes y en la construcción de una sociedad más igualitaria y respetuosa. Con el compromiso continuo de los actores gubernamentales, la sociedad civil y la propia comunidad transgénero, es posible seguir avanzando hacia una España más inclusiva y diversa para todos.
Un comentario
Tengo miedo por mi hije,tiene sólo 20 años, porque tiene que hacer las prácticas de auxiliar de veterinaria,no es muy sociable, le quiero ahora quiere ponerse las hormonas…me parece muy joven para decisión tan fuerte,parece una chica con pelo blanco, tipo androgeno,no quiere tener pechos, la sociedad no es buena con personas así…,además hasta 25 años no estás madure,yo le acepto, pero tengo miedo, porque no hemos avanzado hasta nivel de protección a estas personas