El pasado sábado 03 de julio por la noche, nuestros corazones se rompieron. A las tres de la madrugada, en A Coruña, en manada, como a la caza violenta de arrasar todo soplo de vida, un grupo de más de diez jóvenes asestaron una salvaje y brutal paliza al joven Samuel de 24 años hasta acabar con su vida. Por maricón. Sin más razón que esa. Por ser diverso.
Estaba con sus amigas, haciendo una videollamada con otra de sus amistades, y un hombre joven se molestó: “O dejas de grabar o te mato, maricón”. El agresor no quiso escuchar, no le importaba que fuera una confusión por su parte; solo le molestaba una cosa, que Samuel era gay.
Tras empujarlo y pegarle, fue en busca de doce jóvenes más, en busca de su manada. Adoctrinados en el odio, en la violencia. Y le empezaron a pegar. Le dieron patadas, puñetazos, y lo insultaron al grito de “maricón”. Y continuaron aun cuando él ya no se movía. Cuando ya no respiraba. Cuando Samuel ya apenas tenía vida. Lo asesinaron. Por gay. Por maricón. Porque estas personas (si puede llamárseles así) están infectadas del discurso de odio in crescendo. De quienes nos quieren muertos. Por maricones. Por lesbianas. Por ser trans. Por ser bisexuales. Por ser personas diversas.
Samuel ha muerto y ya no está. A Samuel lo han asesinado. Sí, asesinado. Y, sí, por su orientación sexual. Y es que, es momento de ser insistentes con las palabras “gay” y “asesinato”, porque hay quienes quieren esconder lo sucedido, encubrir lo que ocurre día tras día. Negar que nos asesinan por nuestra orientación sexual, por nuestra identidad de género, por ser quienes somos.
Nadie debería terminar su vida así. Nadie debería terminar con la vida de nadie. Nunca. Ni por quien eres, o por lo que eres o quieras ser. Nadie.
Hoy recordamos y denunciamos el asesinato de nuestro compañero Samuel. Hoy denunciamos la LGTBIfobia. Denunciamos el aumento sin precedentes de los discursos de odio en contra de todos los Derechos Humanos. Denunciamos la falta de apoyo institucional. La desprotección del colectivo y de las minorías. Denunciamos la deficiencia de los cuerpos de seguridad del Estado para actuar ante estas situaciones: el auge de los ataques homófobos también viene desde lo institucional, desde la desprotección policial.
Denunciamos la inseguridad y la pérdida de los espacios públicos para ser libres. Denunciamos el miedo. La burla. El pasotismo de la sociedad. El rainbow washing. La violencia. La armarización. Denunciamos que nuestros hogares se están convirtiendo en espacios hostiles para nosotres.
El asesinato de Samuel no es más que el resultado de la sociedad que estamos creando. De la legitimación de lo que debe ser prohibido y castigado. De la indiferencia política ante un avance frenético de odio y violencia.
Pedimos justicia por Samuel. Para Samuel. Para su familia. Para nosotres. Por nosotres. Por todes. Para siempre.
Que ser maricón sea un orgullo y no nuestra muerte.
¡Te recordaremos siempre, Samuel!
Descansa en paz.